El estereotipo del iluminado

Pocas cosas han hecho mas daño al que comienza el camino hacia la realización, que el estereotipo de la persona iluminada.

Cuando comienzas un camino, es importante saber hacia donde te diriges, y si ese estado al que te diriges está alejado de la realidad, entonces todos los pasos van en la dirección equivocada.

La mayoría de las personas creen que una persona iluminada es una persona que ha trascendido las emociones mas “humanas” y está enganchado a un estado permanente de placer y sabiduría ancestral.

Mientras que ese estado es alcanzable (lo que se llama “Samadhi”), no es lo que busca el Tantra, nosotros no nos dirigimos hacia ahí con nuestra práctica.

Déjame ponerme un poco místico.

Tu cuerpo es como un espejo, que refleja la consciencia universal en tu experiencia individual de este momento. Cuanto mas limpio este el espejo, con mayor claridad se refleja esta consciencia.

Pero el espejo no solo refleja la sabiduría del universo, también tus sentidos, sensaciones y sobre todo tu corazón, y tu corazón ama, sufre, se incomoda, intuye, se estremece de alegría…

Todos esos eventos ocurren en la persona despierta como en cualquier otra, la diferencia es la claridad del reflejo.

La persona iluminada es una con esas sensaciones y las percibe limpiamente, sin distorsiones ni rigideces. Es atravesado por todo constantemente, por la gracia del universo y por sus emociones, por eso su vida emocional es fluida, porque ha perdido la capacidad de resistirse a ellas. Entonces es una persona real, sencilla y sensible.

Por eso el trabajo tántrico se centra el limpiar tu cuerpo de shankaras (energías de vivencias pasadas alojadas en el cuerpo) y vikalpas (significadores conceptuales de la realidad) para que pueda reflejar la realidad nítidamente.

Y poder llorar de tristeza… y de alegría…

¿Cuándo fue la ultima vez que lloraste de alegría?

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